jueves, 9 de febrero de 2017

Basílica de San Sabino (Bari) Por Elías Cababie Daniel

Bari es una ciudad mágica, las costas cristalinas del mar Adriático custodian una amurallada belleza de forma natural, la cual fusiona pasado y futuro en una mezcla precisa de elementos, así nacen la “Bari Vieja” y la “Bari nueva”.


En la Bari Vieja, caracterizada por el calor de su gente y elementos arquitectónicos notables, descansa impoluta la Catedral de Bari, también conocida como la Basílica de San Sabino, una verdadera joya del antiguo imperio Romano que no ha muerto.

Basta mirarla de cerca, gigante amurallada, para entender que la simpleza también es una gran firma de las magnas obras arquitectónicas. Usada como residencia oficial del obispado de la ciudad, la catedral se erigió en el lejano año del año 1070.

No hay adornos, elementos o distintivos de más, la piedra cobra vida en columnas al estilo romano que reciben a sus visitantes con una gran cúpula por sonrisa. Hay que resaltar su enorme y espectacular cúpula, sencilla pero exquisitamente decorada por elementos que han perdurado más de mil años.


Un color neutro viste de gala sus paredes, el estilo barroco se apoderó de las remodelaciones que ha sufrido con el pasar del tiempo, después la cubrieron elementos del Romanticismo, pero no ha dejado la esencia romana con la que fue edificada.



Como plus, en su interior reside un museo donde se pueden encontrar diversos restos arqueológicos de distintos sucesos y personalidades en la historia de Italia.

 Elías Cababie Daniel


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