jueves, 9 de febrero de 2017

El Ferrocarril Transiberiano de Rusia Por Elías Cababie Daniel

Desde el punto de vista de la ingeniería, un ferrocarril representó un nuevo paradigma en la historia del mundo. Después surgieron nuevos trenes que rompían las barreras de la velocidad o generaban nuevos estándares de comodidad y lujo.



Pero qué hay de esos gusanos de hierro que por años han pasado a formar parte de la imagen cotidiana de una nación. Que por el peso que tienen en el ADN de una nación no mueren sino que reviven como el fénix de las historias de cuentos.


Su ruta principal se inauguró hace más de cien años, un siglo de tradición donde el mundo lucía diferente. 1904 y con un apogeo por la nueva forma de transportarse, el ferrocarril transiberiano vio la luz del sol y se convirtió en el único convoy capaz de atravesar a la ya extinta URSSS, conectar con Mongolia, China y Corea del Norte todo en una misma ruta.


Lo valioso de este ferrocarril es que después de 102 años sigue en pie, a pesar de las inclemencias del clima clásicas de la región, las distintas guerras que han sucedido a la región o la independencia de las repúblicas socialistas, esta maquinaria sigue fuerte, como un emblema de la determinación y aplomo de sus creadores.


Es importante mencionar que según cifras oficiales, el recorrido de más de 9 mil kilómetros, atraviesa siete husos horarios diferentes, y ha sido remodelado en infinidad de ocasiones pues a pesar de las nuevas tecnologías y formas de transporte, este gusano de acero inquebrantable continúa siendo una importante fuente en el desarrollo del país al transportar cerca del 30 por ciento de sus exportaciones.
Como un gran admirador de la ingeniería en obras que perduran con el tiempo, el gran ferrocarril ruso sin duda es una pieza que no pasa de moda.


Elías Cababie Daniel.






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