Nadie debe
dudar la influencia que las grandes civilizaciones antiguas ejercieron en el
mundo, fue con ellas donde empezamos este camino llamado arte en distintas
expresiones. Arquitectura y teatro, sin duda, dos elementos que han estado
conectados por milenios.
La influencia
que la cultura griega ejerció sobre la romana no sorprende, sin embargo, nadie
debe dudar que ambas en su apogeo representaron un avance considerable en
cuestión de conocimientos y nuevas formas de expresión.
Sobre el
teatro romano podríamos decir que nació igual que muchos conceptos como una
derivación del teatro griego con marcadas diferencias como la tendencia a
cerrar los espacios que eran por lo general sitios abiertos al disfrute de los
habitantes.
La relación
con la arquitectura se da con lo maravilloso de los recintos, su forma y su
concepción para englobar la comunión que existe entre actores y público en un
espacio íntimo. Así han surgido verdaderos teatros que son un hito en materia
arquitectónica.
Y existe uno
que es preciso mencionar que ha perdurado en la memoria colectiva de una región
llena de matices culturales. En España se erige el Teatro romano de Mérida, un
recinto que permanece de pie a pesar de haber sido edificado en la antigua
civilización.
Lo
sorprendente de esa obra es que en su mayoría sigue de pie, a pesar de las
vicisitudes que sufrieron muchas obras romanas cuando el imperio se terminó. Y
a pesar que ha sufrido severas remodelaciones, llama la atención que el teatro
de Mérida se construyó aproximadamente en los años 16-15 A.C y permanezca vivo.
El graderío
semicircular se conecta con el escenario de grandes columnas que nos recuerdan
las clásicas estructuras romanas y es importante mencionar que en 1993 fue
nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
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